HOLA OLITA... NO TE RESISTAS, PECADORCILLO, Y ENTRA EN LA BIBLIOTECA ESCOLAR... AÑADE UNA QUINTA DIMENSIÓN A TU REALIDAD

jueves, 27 de octubre de 2011










El enemigo

Nos mira. Nos está acechando. Dentro
de ti, dentro de mí, nos mira. Clama
sin voz, a pleno corazón. Su llama
se ha encarnizado en nuestro oscuro centro.

Vive en nosotros. Quiere herirnos. Entro
dentro de ti. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.

Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento. Mata

más que el olvido. Abrasa con carbones
inextinguibles. Deja devastados
días de sueños. Malaventurados
los que le abrimos nuestros corazones.



jose hierro




antes Morir Que Pecar




Estás triste, los desnudos no te afectan
y sus caricias resbalan por tu dorada piel.
Salidos de una piscina de sangre diluida,
estos ángeles rojos no te afectan y en ellos sólo ves bronce,
Pollajuolo, Cristo.
Su llamada es lejana e insistente;
están maquillados con dureza y ellas muerden sus labios.

Estos desnudos te entristecen -¿ quieres que seamos amigos?-;
estos desnudos no te afectan,
aunque te embriagues con el aroma de tanta página.
¿Y la Virgen, oh María del Pilar, estos adolescentes
que aprietan pesadillas en pequeños sostenes
nubes de nylon y tormentos,
baños de espuma rosa, sus pesadillas?
Salen de un río de plata
y la naturaleza los disfraza como el Céfiro a Flora;
ellas miran de frente
como esperando ser dulcemente castigadas por un nazi.
No pueden afectarte los desnudos
vuelan entre ellos Perseo y CliteMnestra
y no piden cariño sino asombro,
¿su amigo vas a ser ? Suenan los cascabeles
cuando extiendes la mano y la sonrisa,
mas recuerdas,
y el huracán de la memoria mezcla cines y discos y muñecas:
alguien corta tus dedos. Estos desnudos,
estos vidrios latentes no deben afectarte.

Así, con un delirio de brasas y de lágrimas
tu enloquecido “no” los decapita.

¡Suicidios precedidos por el salvaje grito,
la frase eterna de San Luis Gonzaga!





FÉLIZ DE AZÚA

A LA INMENSA MAYORÍA





Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.

BLAS DE OTERO

Requisitoria general por la muerte de una rubia

acodados en las irreales barandas
acodados resistiendo la marea de aromas
azaleas tamarindos
luna de california en el lento week-end
errantes aves marina también
los barcos también
los barcos hacia lejanas islas madrepóricas
también los marineros empañados también
los bidones vacíos las botellas vacías
las boyas arrancadas al pacífico
cuando acabó la victoriosa empresa
también los habitantes abisales
estaban al acecho marilyn

recuento de jugadas medias azules
prendas floridas en los hondos rincones
el incinerador a toda la presión
la inminente llegada del lechero
y tú
con la muñeca fea la estantería con freud
las últimas camelias del jugador de beisbol
la cintura tronchada sirenas
impasibles en las rocas ella
fitzgerald canta luces de pasadena
tobogán de la angustia blanca luz sideral
también ellos
fumaban incansables y distantes
en los horrendos bungalows la luna aparatosa
en el lento week-end de california
laberinto de gatos vidrios en el asfalto
sombras inmemoriales casas de té llamadas
al vacío también ellos
con pelucas postizas reventando de alcohol
suicidio de john gilbert
farsas de paula strasberg hediondez
del dramaturgo norteamericano

mil barcos de basora cargados con especias
techos de muérdago happy
christmas vigilias
esperando los besos imposibles también
ellos los hornos crematorios
los pájaros nocturnos rebosantes de herrumbre
la sofocada baja amenazante noche
boulevard
del crepúsculo  ráfagas
de terror en los ojos enormes de mi amor
aferrada a su sucio frasco de nembutal

Poema de Antonio Martinez Sarrión 

NANCY FLOR BAILARA SIEMPRE


Nancy Flor bailará siempre
porque Johnny ya murió.
Un bribón le dio la muerte,
nadie sabe a dónde huyó.

Fue testigo un pistolero
rey en los bares de New York,
pasado luego a carcelero
contó la historia en un block.

Jim, Johnny y Nancy Flor
tres personajes de antología,
de apología,
extraña historia del terror.

Ella tenía los ojos grises,
Johnny pintaba flores de azahar,
Jim era dulce, un soñador.

Ella bailaba todas las noches,
Jim la soñaba en un bazar
rodeada de otros muñecos
que la adoraban por su candor.

Eran hermanos los dos adoradores de Nancy Flor.

Por la calle caminaban
los tres en silencio,
mas el corazón no calla, traidor.
Y Jim lo supo.
Daban las doce en el cuco.

Caía el sol en la acera
y Dulce Jim vio un gran amor
en las dos sombras de Johnny y Nancy Flor
unidas a ras de tierra.

El dolor apenas quema
cuando nada queda en el hueco
de un antiguo corazón.

El asesino huyó de la justicia
pero le persigue el eco
de una loca ilusión
que con diabólica malicia
persiste en tener razón.

Una flor era Nancy para Jim,
mas una flor pintada antaño
por un solo enamorado
que no fue Jim, sino John.

POEMA DE ANA MARIA MOIX

Como El Judío Que Añora








Como el judío que añora
aquel lugar
del que no sea preciso regresar
paraísos de confianza
en la propia piel
o en la blanda penetrabilidad
de los cuerpos
vivo en Praga acumulando
recuerdos deudas pérdidas
de la propia identidad en cada testigo
muerto

escribo en alemán para que las palabras
no sean vuestras ni mías
al fin y al cabo
todo lenguaje es un tam tam
que pide socorro en una lengua
inaceptable

ser judío vivir en Praga escribir en alemán
significa no ser judío ni alemán
ni ser aceptado
por las mejores familias de la ciudad
que identifican
el alemán con Alemania y el ser judío con la alarma

Por las venas un río en fuga
o quizá sólo de tránsito
pero fue el aire de Praga
la monumentalidad oxidada
de sus palacios sin reyes
de sus diccionarios sin lengua
de sus garitas llenas de guerreros
extranjeros
la que cambió el ritmo de la sangre
y señaló el mapa exacto de cuatro
puntos cardinales cuatro esquinas de cruz final

nacidos para ser extranjeros
compartimos con vosotros la condición vencida
incluso los recuerdos -los vuestros, sin duda-
de escuadras en el mar
mares de Praga
sangre de paso o de vuelta digo
recuerdos vuestros memoria vuestra
y al fin imposible el ayer y el mañana
mestizos de derrota propia y ajena
cultura de bolero y K quinientos cuatro

de cuando Mozart cedía a Praga
tres movimientos de una sinfonía que le sobraba…

“Praga” 1982


Manuel Vázquez Montalbán

Amanecer


Resbala el Sol naciente en la curva del río
y enaltece el trigal con su aureola,
tamo oloroso y leve que tiembla en la ventana.
Columnillas de humo hacia el fondo del valle
huelen a miel, a hierba mojada, a pan caliente,
a cecina, a hojas muertas esponjadas y húmedas,
a leña de cerezo, de algarrobo, de olivo;
abre como un breviario la guarnicionería
con su aroma de yute, de cinchas aceitadas.
El eco de la luz designa tu cintura
y recobro en tu piel los colores del sueño:
perfume de milhojas, de marquesas de coco,
pomas de chocolate con su pezón de guinda.
La campana impaciente tañe de gotas de cera
y nos llama al sacrificio más goloso:
aroma de tu sexo entre las sábanas
-corazón encendido en caridad, quemando
con su rubia corona de rizadas espinas-,
bendición candeal para cruzar el tiempo
hacia el jirón de fe que ondea en los almiares.

poema de Guillermo Carnero

SUEÑO DE LAS DOS CIERVAS








¡Oh terso claroscuro del durmiente!
Derribadas las lindes, fluyó el sueño.
Sólo el espacio.

Luz y sombra, dos ciervas velocísimas,
huyen hacia la fontana de aguas frescas,
centro de todo.

¿Vivir no es más que el roce de su viento?
Fuga del viento, angustia, luz y sombra:
forma de todo.

Y las ciervas, las ciervas incansables,
flechas emparejadas hacia el hito,
huyen y huyen.

El árbol del espacio. (Duerme el hombre)
Al fin de cada rama hay una estrella.
Noche: los siglos.

Dámaso Alonso

DE COMO VINO AL MUNDO LA ORACIÓN


DE CÓMO VINO AL MUNDO LA ORACIÓN

De lirio en oración, de espuma herida
por el paso del alba silenciosa;
de carne sin pecado en la gozosa
contemplación del niño sorprendida;

de nieve que detiene su caída
sobre la paja que al Señor desposa;
de sangre en asunción junto a la rosa
del virginal regazo desprendida;

de mirar levantado hacia la altura
como una fuente con el agua helada
donde el gozo encontró recogimiento;

de manos que juntaron su hermosura
para calmar, en la extensión nevada,
su angustia al hombre y su abandono al viento.

Soneto de la nieve todavía



Mira cómo se quema el Guadarrama
en sus torres azules. Esa loma
tiene un poco de nieve, una paloma
que ha librado sus alas de la llama.
Qué desierta de pájaros la rama
donde a la luz mi corazón se asoma,
como un clavel de invierno sin aroma
como un campo segado de retama.
Crezco de amor bajo este sol tendido,
y crecen las montañas imitando
el hielo que mi ardor no te ha deshecho.
Bajo un ave de nieve estoy vencido
y están sus alas frías coronando
una sierra de sangre por mi pecho.

Poema de José García Nieto

poema de vicente aleixandre

Poema Corazón Negro
de Vicente Aleixandre



Enigma o sangre de otras vidas pasadas,
suprema interrogación que ante los ojos me habla,
signo que no comprendo a la luz de la luna.
Sangre negra, corazón dolorido que desde lejos la envías
a latidos inciertos, bocanadas calientes,
vaho pesado de estío, río en que no me hundo,
que sin luz pasa como silencio, sin perfume ni amor.
Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta,
como existe la luna, la abandonada luna,
hueso que todavía tiene un claror de carne.
Aquí, aquí en la tierra echado entre unos juncos,
entre lo verde presente, entre lo siempre fresco,
veo esa pena o sombra, esa linfa o espectro,
esa sola sospecha de sangre que no pasa.
¡Corazón negro, origen del dolor o la luna,
corazón que algún día latiste entre unas manos.
beso que navegaste por unas venas rojas,
cuerpo que te ceñiste a una tapia vibrante!

LAS BARCAS DESIERTAS


Por el cinco de enero,
cada enero ponia
mi calzado cabrero
a la ventana fria.
-
Y encontraba los dias
que derriban las puertas,
mis abarcas vacias,
mis abarcas desiertas.
-
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
-
Me vistio la pobreza,
me lamio el cuerpo el rio
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocio.
-
Por el cinco de enero,
para el seis, yo queria
que fuera el mundo entero
una juguetería.
-
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
-
Ningun rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
-
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rio con encono
de mis abarcas rotas.
-
Rabie de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
-
Por el cinco de enero
de la majada mia
mi calzado cabrero
a la escarcha salia.
-
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.


MIGUEL HERNÁNDEZ

BUCÓLICA


Arrancar florecillas
del campo
está hecho para nosotros.

Y saltar riachuelos
sin que el salto
nos impida seguir
con la mirada
los deslices plateados
del pez vivo.

Oír la esquila y ver
las nubes bajas
confundidas
con los recién nacidos
del rebaño.

Recostarse a la sombra
del arbolito
que apenas tiene
y observar cómo crecen
las crías de la reina
de las rapaces.

Una naturaleza pequeña
le conviene
a nuestro repentino
y algo escuálido amor.


Vicente Molina Foix.

LAS MANOS CIEGAS

Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia se apoya, que le nutre,
y le enflora y verdea.
Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin Tu amor, sin Ti vacío,
en la noche Te busca,
le siento que Te busca, como un ciego,
que extiende al caminar las manos llenas
de anchura y de alegría.


poema de Leopoldo Panero.

ANDANDO EL TIEMPO SE VERAN LAS CARAS



Andando el tiempo se verán las caras, esos que gritan por
las esquinas viva la revolución. Degeneramos, compañeros.
Preguntad al mozo de telégrafos si le gusta la historia de
Rossy Brown.

Rossy partió bajo la luna, una noche de fiesta en casa de
Míster Brown. Un caballero la envolvió en su capa y a sus
sueños la llevó.

Regresó luego, triste y perdida, y a los pies de la mamá
sollozó: Yo no sabía qué me decía aquella noche, verbena de
San Juan, cuando dije estoy cansada y tengo sueño, mañana
ya os veré. Tengo una herida y un hijo muerto. Sólo su capa
Jim me dejó. Era mi dueño, y aunque lo digan, Jim nunca fue
salteador.

Lo saben Rossy y la cocinera que en el ajo estuvo en la
ocasión: Jim vuelve siempre. De madrugada su canción canta
a las muchachas de negros ojos y dulce voz:

Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.

Y es que el mozo de telégrafos está enamorado, y no sabe
qué hacer para que la hija de la portera entienda que no es
muchacho del montón.

POEMA DE ANA MARÍA MOIX



Un Hombre Triste Su Barco...


Un hombre triste su barco: Alegre, ése fue Jim. Dulce conmigo, mas no risueño; qué corazón.

Jim en el parque, y sin sombrero. Ay dios, qué miedo si es un matón. Ay dios qué pena, si un día parte como llegó.

Tiene los ojos rojos y on the sea mira como un traidor. ¿Serás payaso?, dije, y sobre el césped se revolcó. Y eso que no soy niña que con desconocidos antes hablara yo.

Cortaste lirios en las praderas y a Johnny mataste en Nueva York. Fue por amor: bailaba en Broadway Nancy Flor.

Ah, Dulce Jim qué consuelo cuando los adolescentes se enamoran y de esquina en esquina les nace en el pecho un corazón.

Dulce Jim vendrá mañana
y nos trae la ilusión.

Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.

Una ilusión es la quimera de su roto corazón: que, con la primavera a puerto su barco arribará y, en los parques de las ciudades, historias a las muchachas cantará: la del príncipe y la chica fea, la flor de Nancy, la habanera, y Johnny el Prometedor.

Un amor tiene cualquiera
mas Dulce Jim, jamás.

¿Si muere Jim, llorarás tú? Va preguntando a las mujeres, arrabaleras, niñeras, quinceañeras.

Parte su barco, rojo por dentro, antes de oír el sí o el no. Ya las respuestas no Je interesan. Ya nunca baila en Broadway Nancy Flor.

Es Dulce Jim un alma en pena,
mi gran amor,
es un farsante,
un caminante,
un peripuesto hablador,
un traficante de corazones,
un triste amante de Nancy Flor.

Y tiene un perro que ladra fuerte cuando regresa de madrugada al barco que fue de Johnny y de su amor.


Ana Mª Moix.


A UN PINO





Pino esbelto y tranquilo,
soledad de la tarde,
tan concreto en la libre
desolación del aire,
tan alto cuando todo
se confunde y abate
y huye el sol a tu copa
tibio y agonizante.

Cómo me fortalece
la paz de tu combate,
ascensión sin fatiga,
raíz honda y constante.

Tu majestad envuelve
el cielo sin celaje
y en tu recio sosiego
la tierra se complace.

Mis ojos educados
en tu sediento mástil
ascienden y divisan
la soledad más ágil,
mientras sueña el silencio
sin astros y sin aves
como el solo decoro
de tu verde ramaje.

Pino esbelto y tranquilo,
tu soledad te guarde,
y consagre la mía
desunida y errante,
segada de su tierra,
extraña de su aire,
cuando aún es oro virgen
la cumbre de la tarde
y tú clamas e invocas
el tiempo de mi carne
y otro vuelo sin tiempo
que se sueña y se hace.



Dionisio Ridruejo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

LA INVITACIÓN AL OTOÑO


Tu imperativo andar, tu infatigable
modulación de mar bajo la lluvia
que refresca con agua aún no mecida
el retoñar continuo de sus olas;
tu ingenuo, y arrogante, y despeinado
velero musical siempre alejándose
de la paciente orilla resignada
a un rumor de pisadas veraniegas;
tu corazón en marcha y sus amuras
salobres donde posan las gaviotas,
me obligan a mi altiva permanencia
y riguroso páramo de estío.
Pero tu voz de arroyo en la penumbra
que inciensan temblorosas arboledas,
tu empañado mirar sobre mis años,
tu cintura de espuma que se ensancha
con bendición de hogaza recién hecha
y bienestar de establo navideño;
la canción de tus labios vagamente
infantil y esa niebla entre frutales
insinuados, cada vez más tuyos,
me invitan al otoño.
Con racimos
de antes de mi embriaguez y mi experiencia
junto al viejo brocal voy aprendiendo
dulcemente de ti las campesinas
labores que te habitan, los dorados
confines de regreso a tu bodega
de agrietadas paredes, los azarbes
por donde se entra el campo holgadamente
sonoro y luminoso hasta tu júbilo
dormido de campanas, y el nocturno
pequeño ruiseñor que te bosqueja
la ternura en la sombra y voy surcando
con obstinados brazos soñadores
ni vocación de ti, mi vieja historia
como añosa corteza de palabras
repetidas sonando hacia la muerte,
y en vez de un mustio error de hojas caídas
un lagar bien pisado y la ignorancia
con que mis ojos vuelven a sentirse
primeros otra vez en la aventura
de mezclar tus visiones con las mías.

Porque más sosegado que el vacante
perfil de cada luna en la ventana
nuestro quehacer arraiga como el seto
de laureles oscuros que conducen
el hondo caminar hasta las muelles
marismas cenicientas, ya en el borde
del aire anochecido.

Y ya ha pasado
nuestra evasión de entonces. Maternales
se han hundido las horas como surcos
de la tierra que vuelve a su fatiga,
y en la mansión que el viento restablece
con fragancia de esbeltos troncos muertos
nadie olvida a la carne, está encendido
su hogar, la victoriosa llama que arde
con chasquidos del bosque que ocupaba
la espaciosa llanura (hoy congregando
ruedos de sembradura y leguas yermas
de sed alrededor de cada pueblo).

Y por eso más cerca de este gozo
posible y situado entre las cosas,
con dolor no excesivo estamos juntos
tu realidad y yo, y están pasando
perezosas las nubes y plomizas
sobre los áureos flancos vegetales
de tu consentimiento. Están volviendo
con polvorientos pies envejecidos
y arrugas en la piel y sol mohoso,
como si hubieran (hace muchos años)
pasado ya otra vez (y de esta misma
manera), cuando el trigo que el solsticio
de junio ha derramado por las eras
no era más que un rubor embelleciéndote
y una rubia semilla apenas rota
presidiendo las tardes otoñales
desde tu oscura cueva abastecida
de ajeno porvenir y tiempo nuestro.

poema de Luis Felipe Vivanco.

Nach Scratch - Hoy converso con Miguel ( + LETRA EN VIDEO ) [Inédito]- T...

Orillas de tu vientre...( MIGUEL HERNÁNDEZ)

SENTADOS SOBRE LOS MUERTOS




Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcyoutubeelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.

Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué ponerse,
hambriento y sin qué comer,
el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.

Aunque le falten las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.

Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.

Miguel Hernández

TODO ERA AZUL


Todo era azul delante de aquellos ojos y era
verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
Porque el color hallaba su encarnación primera
dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.

Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
Vivificar las cosas para la primavera
poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.

Se los devoran. ¿Sabes? No soy feliz. No hay goce Todo era azul delante de aquellos ojos y era
verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
Porque el color hallaba su encarnación primera
dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.

Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
Vivificar las cosas para la primavera
poder fue de unos ojos que nunca han sido
como sentir aquella mirada inundadora.
Cuando se me alejaba, me despedí del día.

La claridad brotaba de su directo roce,
pero los devoraron. Y están brotando ahora
penumbras como el pardo rubor de la agonía.


La Nana de la Cebolla

YO NO QUIERO MÁS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MÍO




Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Poema de Miguel Hernandez.

A mi hijo



Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tierra, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reir, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.

Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mía,
la noche continúa cayendo desolada.

poema de Miguel Hernández

http://www.youtube.com/watch?v=SyAwcxAfDS8

TODO ERA AZUL

Todo era azul delante de aquellos ojos y era
verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
Porque el color hallaba su encarnación primera
dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.

Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
Vivificar las cosas para la primavera
poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.

Se los devoran. ¿Sabes? No soy feliz. No hay goce
como sentir aquella mirada inundadora.
Cuando se me alejaba, me despedí del día.

La claridad brotaba de su directo roce,
pero los devoraron. Y están brotando ahora
penumbras como el pardo rubor de la agonía.


martes, 25 de octubre de 2011

poeta analizado por el tiempo

el poeta 
que tenga prisa
por llegar

en sus poemas 
viajara dentro
el tiempo
y sus versos bailan
al ritmo del relojero
de moda

la poesía 
no compite 
con los trenes
de alta velocidad

Eladio Orta (Antisoneto)

CACA ANDANTE ARTISTICAMENTE ILUSTRADA



Lo lograste
me dice
premios literarios
felicitaciones de delegados culturales
antologías varias
críticas en los suplementos
culturales más influyentes
presunta joven novia
...

Mamón rozar el poder
te has convertido en el arquetipo
de gilipolla literario


Eladio Orta (Leche de Camello )

lunes, 24 de octubre de 2011

NANAS DE LA CEBOLLA








La cebolla es escarcha

cerrada y pobre.

Escarcha de tus dias

y de mis noches.

hambre y cebolla,

hielo negro y escarcha

grande y redonda.



En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre,

escarchas de azúcar

cebolla y hmabre.


Una mujer morena

resulta en la lunas

se derrama hilo a hilo

sobre la cuna.

Riete niño

que te traigo la luna

cuando es preciso.


Tu risa me hace libre,

me pone alas.

Soledades me quita,

cárcel me arranca.



Miguel Hernández

NOCHE DE REYES MAGOS - MIGUEL HERNANDEZ - LAS DESIERTAS ABARCAS

LAS ABARCAS DESIERTAS







Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

Poema de Miguel Hernández