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miércoles, 30 de marzo de 2011

LA TUMBA DE ANTONIO MACHADO

Toda la superficie estaba llena de flores, unas con los colores de la bandera republicana, otras claveles rojos, una rosa encelofanada, unos pobres lirios
y muchos recuerdos, papeles escritos –pese a que han colocado un buzón para que no se mojen y poderlos conservar-, placas con los nombres de quienes las dejan. Seis había, de años diferentes, de los alumnos de Literatura del IES Campilar de Tarragona.
Los restos del célebre poeta descansan en el cementerio de Collioure, al sur de Francia, donde llegan a diario numerosos admiradores, sobre todo jóvenes para rendirle culto y realizar peticiones personales de todo tipo.
Murió el 22 de febrero de 1939, en el país vecino al suyo que más admiraba, y desde un lugar donde siempre podía ver la frontera. Nunca aspiró a una estatua o una calle con su nombre, nunca posó delante de una biblioteca. A los 72 años de su muerte, a otros 72 del fin de la Guerra Civil que ganaron los nacionales, quienes hoy serían compatriotas, llegan hasta donde descansan sus restos, en el sur de  Francia. Y dan prueba de una devoción reservada sólo a los santos del cielo o a las estrellas de rock. Antonio Machado, el gran poeta español, murió en el exilio, solo y pobre, en el costero y ahora turístico pueblito de Collioure. 

LA TUMBA DE ANTONIO MACHADO





Collioure es un bello pueblo marinero del Rosellón francés con fuerte impronta pictórica. Aquí dejaron su huella fauvista Derain y Matisse. Tiene el toque marino y pictórico de Cadaqués y Sitges o de Honfleur y Saint Malo en el norte de Francia. Allí está enterrado nuestro Antonio Machado que falleció el 22 de febrero de 1939.
Collioure tiene un hueco en mi corazón viajero. Un amigo me obsequia con un crucero por Argeles sur Mer, Port Vendres y el exquisito Cap Bear. La ciudad regala petunias y geraneos. Las calles están pobladas de estudios de pintores. Los patos caminan tranquilos por el césped. Unos caballos pacen amablemente en un cercado. Casa Sola parece un casino acogedor. La iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles del S. XVIII es la estampa clásica con su campanario, antiguo faro medieval, y con bellos retablos barrocos de Joseph Sunyer. En el de Santa Lucia hay santas con virtudes curativas: Santa Magdalena para las enfermedades venéreas, Santa Lucia para la vista, Santa Marta para las madres que dan el pecho, Santa Bárbara para proteger de la tormenta, Santa Inés y Santa Caterina para preservar la virginidad, Santa Ágata para las nodrizas. Aquí están reflejadas las preocupaciones sanitarias y sociales de la época.
El hotel Le Mas des citroniers, donde me hospedo, está cerca del cementerio donde descansa Machado junto a su madre Ana Ruiz. En los años 70 me hospedé en el hotel Bougnol-Quintana y la directora me enseñó la habitación donde falleció el poeta. Envié fotografías que se publicaron en “Campo del arpa” que dirigía el poeta y amigo Batllo. El pueblo le dedicó una calle. La huella de Machado está viva en Collioure.
Se celebró el 71 aniversario de la muerte del poeta con un film de Jo Figueres evocando el exilio hasta los últimos días en Collioure. El premio internacional de la fundación Antonio Machado fue para Antonio Herrera por su trabajo “Tras el vivir y el soñar” que evoca el otoño de 1936 y la primavera de 1938 en Villa Amparo (Valencia) donde se retiró a cuidar su salud. Fue un periodo de intensa actividad creadora, evocando diferentes temáticas machadianas como la infancia, el pesimismo y los sentimientos hacia la guerra civil.
Sobre su tumba hay flores frescas, placas de homenaje, letras emocionadas, poemas, un buzón repleto de mensajes que no se quien lee. “Los campos de Baeza soñando están contigo” “Hoy es siempre todavía”. “No te olvidamos, maestro”. Hay testimonios de Valderrobles (Teruel), del Instituto Gaspar Lax (Huesca) y del centro Salvador Allende (Zaragoza).
Sobre la tumba, grabado en la piedra y rodeado de flores un poema eterno de Machado
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar
me encontrareis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo como las olas del mar
 Un santo laico. Un referente ético y cívico. La verdad es amiga del tiempo.
Gracias poeta.











En 1936 se declara la Guerra Civil y Antonio Machado toma partido decididamente por la legalidad republicana, colaborando en revistas y actividades culturales republicanas.

En noviembre de 1936, ante el asedio de la capital de España, Antonio Machado se traslada a Valencia.

1937: publica el libro La guerra, que contiene poemas y prosas cuyos temas y motivos giran entorno a la contienda.

De Valencia se trasladará, ya enfermo, a Barcelona y desde allí, debido a la cercanía de las fuerzas franquistas, saldrá camino del exilio en enero de 1939.

El 22 de febrero de 1939, en la localidad francesa de Collioure, morirá el poeta. El último verso que escribió decía...

"Estos días azules y este sol de la infancia"

Imágenes del entierro de Antonio Machado









Muerte de Antonio Machado


Antonio Machado se murió de pena. Así lo suelen afirmar los biógrafos del poeta. El miedo, la pobreza, las interminables esperas en la frontera, el frío, el fracaso, la nostalgia, la soledad... —nos dicen—, van a precipitar su prematura muerte. Y a continuación enumeran algunas de estas circunstancias. El cariz sombrío de los acontecimientos en la guerra que terminará con el agobiante periplo final por España y Francia. La separación durante la guerra y luego el tremendo sinsabor de saber a su hermano Manuel, tan inseparable camarada de empresas literarias y teatrales, convertido ahora en importante valedor de esa España que empuja a él y su otra familia al exilio. Las solicitudes por su madre anciana —que morirá tres días después del poeta— y por sus sobrinas —hijas de su hemano José—, a las que quería como un padre y de las que no se tenía noticia. La irremediable pérdida de Guiomar, su gran amor otoñal, cuyo recuerdo le acompañará durante todo el exilio interior y exterior, hasta las mismas puertas de la muerte. Todas estos sucesos —nos repiten—, agotarán moralmente al poeta y acortarán una vida que no alcanzará los 65 años.

Tal es la interpretación tradicionalmente aceptada de las causas de su muerte. Y, naturalmente, en gran parte acertada. Aunque probablemente incompleta porque olvida, a nuestro juicio, un componente fundamental. Se hace muy poca referencia en su biografía a las dolencias de Antonio Machado. El poeta padeció y murió de una enfermedad pulmonar crónica, derivada en gran parte de su inveterado hábito de fumar. Tal enfermedad menoscabó de forma definitiva su resistencia ante las adversidades y añadió un suplemento de dolor a sus últimos años.

Es fácil comprobar este aserto si comparamos la peripecia vital del poeta con la de otros asistentes que lo acompañaron en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia en 1937. Muchos de ellos, con más vigorosa salud que Machado —Malraux, Tristan Tzara, John Dos Passos, Hemingway, Hesse, Bertold Brecht, Neruda...—, seguirán en la brecha de la lucha por las libertades, también en el exilio y en las dramáticas circunstancias que van a sobrevenir en la ya próxima Segunda Guerra Mundial. Y quizá esta importancia de una salud más robusta la podamos intuir mejor al comparar a Machado con alguien que, en cierto modo, compartió circunstancias vitales similares. Se trata de un coetáneo suyo que no asistió al Congreso pero remitió su adhesión. Alguien al que la intolerancia de sus semejantes también empujó al exilio. Una persona, en fin, que, como el poeta, sucumbirá a las complicaciones derivadas del tabaco. Nos estamos refiriendo a Albert Einstein. En efecto, Einstein era sólo cuatro años más joven que Machado y, tras perder todas sus propiedades e incluso algunos familiares en los campos nazis de concentración, partirá para el exilio estadounidense seis años antes de la muerte de Machado. Seguirá luchando incansablemente durante 16 años más tras la muerte del poeta, por la libertad de los pueblos, y prestará su voz a innumerables iniciativas pacifistas y compromisos en favor de la dignidad humana. Como el escritor, en sus últimos tiempos apurará hasta las colillas de sus cigarrillos o hasta la última partícula de su pipa. Morirá finalmente por la ruptura de un aneurisma abdominal, claramente en relación con el arraigado hábito tabáquico. En estas líneas se intentan evocar algunas circunstancias sobre aquel proceso morboso que finalmente llevó a la tumba a Antonio Machado.

Antonio Machado








ÚLTIMOS DÍAS DE ANTONIO MACHADO

Hace 70 años, murió en el destierro de Collioure (Francia) el poeta Antonio Machado. Salía desde Cataluña hacia Francia junto con miles de republicanos derrotados que formaban aquella inmensa columna, todavía hostigada por la aviación alemana al servicio de Franco. Iba con su anciana madre, con su hermano José y la compañera de este. En un cuaderno de notas poco conocido y apenas difundido, José, que era pintor, relata los últimos días del poeta.
Cuenta José las penalidades del camino hasta llegar a la localidad de Cerbére, donde se refugiaron en la cantina de la estación. "Allí el espectáculo que se ofrecía a los ojos era desolador. Los españoles caídos y deshechos, sin dinero, éramos tratados por los mozos de aquel establecimiento con tan innoble y repugnante desprecio, que lo primero que preguntaban era si teníamos dinero con que pagar. En caso negativo, no daban ni un vaso de agua. Esto sucedía en la cantina.
En los andenes de la estación, todavía peor, porque se sufría el acoso de los gendarmes, que no se ocupaban más que de formar las levas para los campos de concentración, separando a los hijos de los padres y a las mujeres de los maridos. Y todo esto de la manera más bárbara y brutal".




TRAS SU MUERTE, SU HERMANO JOSÉ ENCONTRÓ UN PAPEL CON LAS ÚLTIMAS ANOTACIONES DEL POETA

En el cuaderno de notas que escribió, ya en Chile, para sus hijas y su hermano Manuel, añade José que "fue un verdadero milagro que escapásemos a las garras de estos esbirros, verdadera vergüenza de la especie humana". Se refugiaron en un vagón arrumbado en vía muerta. "Así fue la entrada del poeta Antonio Machado y la madre, en Francia, gravemente enfermos y sin un solo franco en el bolsillo: casi desnudos, como los hijos de la mar".





TUMBA DE MACHADO

La tumba de Antonio Machado ha sido objeto de polémica en los últimos días gracias a un artículo de Almudenas Grandes, donde se criticaba que el ayuntamiento de Collioure la usara como “una estupenda fuente de ingresos”, siendo “una tumba pequeña, indigna, pobre, ajena, insignificante y sobre todo fría, muy fría, demasiado para un poeta que ha hecho temblar de emoción tantas veces.” El alcalde de la localidad francesa, Michel Moly, le contestó también en el diario El País, aclarando el origen (“suscripción popular que se realizó en 1957 bajo el impulso de Pablo Casals y del Comité Antonio Machado de Collioure “) y el tipo de sepultura (“me adhiero plenamente al espíritu que presidió la elección del tipo de sepultura, esto es: la modestia que ennoblece el gesto y engrandece el símbolo.”). Y calificando de “injurias gratuitas” las palabras, creo, que dedica a los campos de internamiento cercanos al cementerio, donde “donde los franceses encerraron, como si fueran ganado, a los soldados del Ejército Popular de la República, esos hombres que afrontaron la derrota con los versos que el poeta había escrito para ellos, grabados en la memoria y en el corazón.”







Lali Solano y Maria Soltero

Antonio Machado


Últimos días Machado


Tal día como hoy, hace 70 años, murió en el destierro de Collioure (Francia) el poeta Antonio Machado. Salía desde Cataluña hacia Francia junto con miles de republicanos derrotados que formaban aquella inmensa columna, todavía hostigada por la aviación alemana al servicio de Franco. Iba con su anciana madre, con su hermano José y la compañera de este. En un cuaderno de notas poco conocido y apenas difundido, José, que era pintor, relata los últimos días del poeta.


En los andenes de la estación, todavía peor, porque se sufría el acoso de los gendarmes, que no se ocupaban más que de formar las levas para los campos de concentración, separando a los hijos de los padres y a las mujeres de los maridos. Y todo esto de la manera más bárbara y brutal.


Tras su muerte, su hermano José

encontró un papel con las

últimas anotaciones

del poeta.


En el cuaderno de notas que escribió, ya en Chile, para sus hijas y su hermano Manuel, añade José que "fue un verdadero milagro que escapásemos a las garras de estos esbirros, verdadera vergüenza de la especie humana". Se refugiaron en un vagón arrumbado en vía muerta. "Así fue la entrada del poeta Antonio Machado y la madre, en Francia, gravemente enfermos y sin un solo franco en el bolsillo: casi desnudos, como los hijos de la mar".



Con el horizonte cerrado

Al atardecer del día siguiente, cambió su suerte. "Corpus Barga, uno de los mejores amigos que nos acompañaron en el éxodo, logró llegar a Perpigñan, y regresó (con posibles) para llevarnos al cercano pueblo de Collioure.

El comportamiento de este generoso amigo llegó hasta el punto de coger en brazos a nuestra madre y llevarla desde la estación al pueblo por la ancha calle que lo cruzaba y que terminaba en el mar. Por allí marchamos todos con ellos. Siguiendo este camino, llegamos a la plaza principal, donde, ante un pequeño arroyuelo, se levanta el pequeño hotel Bougnol-Quintana, en el que quedamos alojados".

El último verso de Machado decía así: «Estos días azules y este sol de la infancia»


Era la noche del 28 de enero y aquella sería la ultima morada del poeta. Recibió, del secretario de la embajada española en París, los medios para hacer frente a las necesidades más apremiantes. "Transcurrieron unos días añade José en los que el reposo material pareció aliviarle la afección del corazón. No obstante veía claramente que se aproximaba el final de su vida. Pensándolo decía: Cuando ya no hay porvenir, por estar cerrado el horizonte a toda esperanza, es ya la muerte lo que llega".

"No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco, sobreponerse a la angustia del destierro. Este fue el estado de su espíritu el tiempo que aún vivió en Collioure. Sin embargo, unos días antes de su muerte, me dijo ante el espejo, mientras trataba en vano de arreglar sus desordenados cabellos: Vamos a ver el mar.

Esta fue su primera y última salida. Nos encaminamos a la playa. Allí nos sentamos en una de las barcas que reposaban sobre la arena. El sol de mediodía no daba casi calor. Era en ese momento único en que se diría que el cuerpo entierra su sombrabajo los pies".

Al cabo de un largo rato, el poeta, señalando una de las humildes casitas de pescadores, le dijo a su hermano: "¿Quién pudiera vivir tras una de esas ventanas, libre ya de toda preocupación". Después se levantó trabajosamente y, en silencio, regresaron al hotel. Dos días antes de su muerte, escribió una carta a su querido amigo Luis Santullano. Ya inmóvil, en la cama, la muerte le sobrevino la tarde del 22 de febrero, miércoles de ceniza.


«No podía sobrevivir a la pérdida de España ni sobreponerse a la angustia del destierro»


"La noticia se propagó rapidísimamente añade José, y en las primeras horas de la mañana siguiente recibí una emocionada carta del insigne escritor Jean Cassou, solicitando en su nombre y en el de los escritores franceses, que el entierro se verificase en París. Pero, agradeciendo infinito este homenaje de la Francia inmortal, decliné tan grande honor, pues, aunque en esos momentos estaba lejos de los demás hermanos, creí interpretar así los sentimientos de todos, mirando más que nada la sencilla y austera manera de ser del poeta. Y así preferimos que durmiese el último sueño en el sencillo pueblo de pescadores de Collioure".

Y añade José que al entierro se sumó todo el pueblo, con su alcalde a la cabeza. "Pero lo más emocionante fue que seis milicianos, envolviendo el féretro con la bandera de la República española, lo llevaron en hombros hasta el cementerio. Y téngase en cuenta que para realizarlo tuvieron que escapar de la implacable vigilancia del tristemente famoso castillo de Collioure, donde con tan injusto rigor se les trataba".



Madre y niña

Quedó el poeta en la tumba de la familia de una buena señora, amiga íntima de la dueña del hotel. La madre, muy enferma y agotada, yacía en la cama. "Volviendo por un momento a la realidad, me preguntó llena de angustia, mirando al lecho que había quedado vacío: ¿Qué ha sucedido? Traté de ocultárselo. Pero a una madre no se la engaña y rompió a llorar como una pobre niña. Dos días después, sus bellos dulces ojos se nublaron para siempre".

Algunos días después, José halló un papel arrugado en el gabán del poeta. En él había escrito a lápiz tres anotaciones. "La primera reproducía en inglés las palabras con las que comienza el famoso diálogo de Hamlet: "Ser o no ser". La segunda tenía sólo un renglón. Pero en este renglón se veía escrito el último verso que escribió en su vida. Dice así: "Estos días azules y estesol de la infancia".

Y en la tercera y última, Antonio Machado reproducía completos estos versos suyos, ya publicados, pero en los que introducía unacorrección:

"Y te daré mi canción:

Se canta lo que se pierde

con un papagayo verde

que la diga en tu balcón"



Final Guerra Civil Machado

Con el estallido de la Guerra Civil Española marcha a Valencia. Vivió en la localidad de Rocafort desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1938 . En 1937 publica La guerra. Entre 1937 y 1939, Machado publica un total de 26 artículos en la vanguardia. A finales de enero de 1939 y ante la inminente ocupación de la ciudad,sale de Barcelona viajando con Joaquín Xirau Palau

en una ambulancia que les fue proporcionada por José Puche Alvarez.

Director General de Sanidad. Tras unos primeros días en Raset (Gerona), pasa su última noche en España, la del 26 al 27 de enero, en Viladasens. En la tarde del día 28 llega finalmente a Collioure ( Francia), en donde muere el día 22 de febrero en el Hotel Bougnol-Quintana. A los tres días, fallece su madre. En el bolsillo de su abrigo se encuentra un último verso: "Estos días azules y este sol de la infancia”

En febrero de 2010 la especialista en Machado, Monique Alonso, hizo público que, poco antes de morir el poeta, la Universidad de Cambridge le había enviado una carta ofreciéndole un puesto en su rectorado. La carta llegó a Collioure al día siguiente de su entierro



LA TUMBA DE ANTONIO MACHADO



La tumba que tanto menosprecia es el resultado de una suscripción popular que se realizó en 1957 bajo el impulso de Pablo Casals y del Comité Antonio Machado de Collioure. El Ayuntamiento del momento cedió gratuitamente y a perpetuidad una ubicación destacada a la entrada del cementerio. En cuanto a mí se refiere, me adhiero plenamente al espíritu que presidió la elección del tipo de sepultura, esto es: la modestia que ennoblece el gesto y engrandece el símbolo. Y creo que Antonio Machado le hubiera cedido, muy gustoso, el mármol y el oro que parecen gustarle tanto. Antes que su opinión, prefiero la sinceridad de los numerosos donativos que se recibieron en cuanto se lanzó la suscripción o el testimonio de los que han continuado visitando desde entonces, de forma oficial o anónima, la tumba de Antonio Machado (Manuel Vázquez Montalbán, Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Ángel González, Carmen Conde, José Luis Cano y un largo etcétera.)

Al Comité Antonio Machado le sucedió, en 1977, la Fundación Antonio Machado de Collioure, de la que soy presidente de honor. El Ayuntamiento sigue apoyando material y económicamente esta asociación, que honra cada año con diferentes manifestaciones artísticas y culturales la memoria del poeta y con él a todos los exiliados españoles.

Entre las actividades artísticas y culturales, la fundación organiza el Premio Internacional de Literatura Antonio Machado en el que, si mal no recuerdo, Almudena Grandes participó como jurado hace unos años. Dejo que cada uno se imagine todo lo que estos eventos pueden aportarle económicamente a la Fundación y al Ayuntamiento.









Lorena y Susana

martes, 15 de marzo de 2011

FELIZ CUMPLEAÑOS JESÚS







MAMÍFEROS

Yo veo mamíferos.
Mamíferos con nombres extrañísimos.
Han olvidado que son mamíferos
y se creen obispos, fontaneros,
lecheros, diputados. ¿Diputados?
Yo veo mamíferos.

Policías, médicos, conserjes,
profesores, sastres, cantoautores.
¿Cantoautores?
Yo veo mamíferos…
Alcaldes, camareros, oficinistas, aparejadores
¡Aparejadores!
¡Cómo puede creerse aparejador un mamífero!
Miembros, sí, miembros, se creen miembros
del comité central, del colegio oficial de médicos…
Académicos, reyes, coroneles.
Yo veo mamíferos.

Actrices, putas, asistentas, secretarias,
directoras, lesbianas, puericultoras…
La verdad, yo veo mamíferos.
Nadie ve mamíferos,
nadie, al parecer, recuerda que es mamífero.

Jesús Lizano. Lizanía. Editorial Lumen. Barcelona, 2004.

viernes, 4 de marzo de 2011

ROCIO JURADO CANTA A MACHADO (SAETA)

CALIXTO SANCHEZ CANTA A MACHADO (A UN OLMO SECO)

CALIXTO SANCHEZ CANTA A MACHADO (RECUERDO INFANTIL)

CALIXTO SANCHEZ CANTA A MACHADO

OTRO VIAJE


Ya en los campos de Jaén,
amanece. Corre el tren
por sus brillantes rieles,
devorando matorrales,
alcaceles,
terraplenes, pedregales,
olivares, caseríos,
praderas y cardizales,
montes y valles sombríos.
Tras la turbia ventanilla,
pasa la devanadera
del campo de primavera.
La luz en el techo brilla
de mi vagón de tercera.
Entre nubarrones blancos,
oro y grana;
la niebla de la mañana
huyendo por los barrancos.
¡Este insomne sueño mío!
¡Este frío
de un amanecer en vela!...
Resonante,
jadeante,
marcha el tren. El campo vuela.
Enfrente de mí, un señor
sobre su manta dormido;
un fraile y un cazador
?el perro a sus pies tendido?.
Yo contemplo mi equipaje,
mi viejo saco de cuero;
y recuerdo otro viaje
hacia las tierras del Duero.
Otro viaje de ayer
por la tierra castellana
?¡pinos del amanecer
entre Almazán y Quintana!?
¡Y alegría
de un viajar en compañía!
¡Y la unión
que ha roto la muerte un día!
¡Mano fría
que aprietas mi corazón!
Tren, camina, silba, humea,
acarrea
tu ejército de vagones,
ajetrea
maletas y corazones.
Soledad,
sequedad.
Tan pobre me estoy quedando
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando.

Antonio Machado

CANCIONES (CLIX) XII



En Santo Domingo,
la misa mayor.
Aunque me decían
hereje y masón,
rezando contigo,
¡cuánta devoción!

Antonio Machado.

Allá, en las tierras altas.


Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.

Antonio Machado.

UNA NOCHE DE VERANO

Una noche de verano
estaba abierto el balcon
y la puerta de mi casa
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
ni siquiera me miró
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mi.¿Qué has hecho?
La muerte no respondió
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!

A ORILLAS DEL DUERO


Antonio Machado

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.

Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor -romero, tomillo, salvia, espliego-.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
-harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra-,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. -Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellana-.
.
Veía el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos! -carros, jinetes y arrieros-
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero. -El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla- ¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerra
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
.
Filósofos nutridos con sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar: ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
.
El sol va declinando. De la ciudad lejana
me llega un armonioso tañido de campana
-ya irán a su rosario las enlutadas viejas-
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas:
me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de nuevo ¡tan curiosas!... Los campos se oscurecen.
Hacia el camino blanco está el mesón abierto
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.




A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Antonio MAchado

SEÑOR, YA ME ARRANCASTE.


Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

Antonio Machado

CAMPOS DE SORIA I


Antonio Machado

Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas,
verdes pradillos, cerros cenicientos,
la primavera pasa
dejando entre las hierbas olorosas
sus diminutas margaritas blancas.

La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas.

II

Las tierras labrantías,
como retazos de estameñas pardas,
el huertecillo, el abejar, los trozos
de verde obscuro en que el merino pasta,
entre plomizos peñascales, siembran
el sueño alegre de infantil Arcadia.

En los chopos lejanos del camino,
parecen humear las yertas ramas
como un glauco vapor —las nuevas hojas—
y en las quiebras de valles y barrancas
blanquean los zarzales florecidos,
y brotan las violetas perfumadas.

III

Es el campo undulado, y los caminos
ya ocultan los viajeros que cabalgan
en pardos borriquillos,
ya al fondo de la tarde arrebolada
elevan las plebeyas figurillas,
que el lienzo de oro del ocaso manchan.

Mas si trepáis a un cerro y veis el campo
desde los picos donde habita el águila,
son tornasoles de carmín y acero,
llanos plomizos, lomas plateadas,
circuidos por montes de violeta,
con las cumbres de nieve sonrosado.

IV

¡Las figuras del campo sobre el cielo!

Dos lentos bueyes aran
en un alcor, cuando el otoño empieza,
y entre las negras testas doblegadas
bajo el pesado yugo,
pende un cesto de juncos y retama,
que es la cuna de un niño;

y tras la yunta marcha
un hombre que se inclina hacia la tierra,
y una mujer que en las abiertas zanjas
arroja la semilla.

Bajo una nube de carmín y llama,
en el oro fluido y verdinoso
del poniente, las sombras se agigantan.

V

La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.

El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos,
cayendo está como sobre una fosa.

Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.

Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra,
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.

En torno al fuego hay un lugar vacío
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
—tal el golpe de un hacha sobre un leño—.

La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.

La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.

VI

¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores
soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.

VII

¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, obscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!...

VIII

He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria —barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra—.

Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!

IX

¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.

Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?

¡Gentes del alto llano numantino
que a Dios guardáis como cristianas viejas,
que el sol de España os llene
de alegría, de luz y de riqueza




RECUERDO INFANTIL
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian.Monotonía
de lluvia tras los cristales.
En la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel
junto a una mancha de carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian.Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Antonio Machado

PARÁBOLAS VI / EL DIOS QUE TODOS LLEVAMOS.

El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero.


Antonio Machado.

Del pasado Efímero


Este hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aún luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.

Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.
Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augaura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondriaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.

Antonio Machado.